La instrucción en caso Ayotzinapa: "No tocar al Ejército"
*El escritor Miguel Ángel Alvarado quien formó parte de la Comisión de la Verdad para el caso Ayotzinapa (CoVAJ), revela en una entrevista exclusiva que le dieron la orden en 2019 de “no tocar al Ejército”, por lo que decidió abandonar su puesto; “eso era imposible”, asegura, los rastros que dejó el Ejército Mexicano en la masacre y desaparición de los 43 estudiantes quedaron por todos lados.
Ilustración: TheObserverMex
Alemania.- Desde el arranque del gobierno de López Obrador
ya había una instrucción muy precisa para quienes formaron parte de la Comisión
para la Verdad y el Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (CoVAJ) de
"no tocar al Ejército", y aunque las investigaciones sobre la
desaparición de los 43 normalistas ni siquiera habían iniciado a principios del
2019, la línea de impunidad para el Ejército ya estaba marcada.
El periodista de investigación Miguel Ángel Alvarado lo sabe
porque formó parte de la CoVAJ, tras su
conformación el 3 de diciembre del 2018.
Entrevistado vía telefónica desde la Ciudad de México y en
medio de una convulsión nacional ante la exoneración del Ejército por parte del
presidente Andrés Manuel López Obrador, el también escritor aseguró que es prácticamente “imposible” desvincular a elementos del
Ejército y sus altos mandos de la masacre y desaparición de los estudiantes,
así como de altos funcionarios del gobierno federal, comenzando por el
expresidente Enrique Peña y su secretario de la defensa nacional, Salvador
Cienfuegos.
Pocos saben que Alvarado se integró al primer equipo que conformó la
CoVAJ para esclarecer el caso y dar con el paradero de los estudiantes, luego
de que el presidente Enrique Peña Nieto y su equipo, construyeran la llamada
“verdad histórica” para tratar de encubrir al Ejército y la participación de
otras dependencias del Estado en la tragedia.
Sin embargo la “verdad histórica” se vendría abajo. Con la
llegada de López Obrador tras su arrollador triunfo del 2018, por lo que a
finales de ese año crea la CoVAJ y promete a los padres de los 43 jóvenes
desaparecidos hacer justicia.
“Pero desde el principio hubo malas señales”, asegura Miguel
Ángel Alvarado, quien en sus primeros acercamientos con quienes luego le invitaría a
incorporarse a la comisión le
anticiparon que “no podrían procesar a militares”, no obstante finalmente se
incorporó y en su primer día de trabajo –a mediados de febrero del 2019- la indicación
fue directa y explícita, asegura: “No
podemos tocar al Ejército”, le dijeron.
“Ese día que llegue a
presentarme y recibir las primeras indicaciones sobre cómo nos organizaríamos
para arrancar la investigación, se me dijo que a los militares no se les iba a
tocar”, reveló.
Aseguró que incluso los dos o tres funcionarios con quienes tuvo reuniones de trabajo ese día parecía que “lo daban por sentado” y
también se hacía alusión a ella –la instrucción-, en los encuentros o charlas
que sostuvo “sin cuestionar nada”, señala.
Tras esa orden para garantizar
la impunidad de los mandos militares y tropa desplegada en Iguala la noche del
26 de septiembre del 2014 incluso antes de que arrancaran materialmente los
trabajos de la CoVAJ, Alvarado
simplemente decidió marcharse y no volvió
más.
“Solo deje que
pasaran las horas, que se agotara el tiempo”, rememora.
“Por ética y porque era imposible no involucrar al Ejército
decidí no regresar, dure en el cargo un día; mi oficina era enorme, como del
tamaño de una cuadra justo ahí en Bucareli en el centro de ciudad de México;
todo estaba vacío y apenas iba a ver cuáles iban a ser mis responsabilidades,
se supone que sería un enlace entre la comisión y la presidencia o algo así”, recuerda.
LA INVESTIGACIÓN Y LOS CRUCES DE CAMINO
Por entonces Alvarado ya había hecho buena parte de su
propia investigación del caso, había recorrido pueblos y localizado fuentes
vivas pero ocultas o desplazadas de Guerrero, rescatado documentos o gestionándolos, por lo
cual sabía que era simplemente imposible
desvincular al Ejército en la masacre.
También ya había rastreado declaraciones ministeriales tanto de sobrevivientes, como de vecinos de
diversos pueblos; y consultado otras de sicarios, policías, Ministerios Público
y jefes narcos que fue posible conocer en los primeros años tras la masacre.
En esa investigación que le llevó cerca de cinco años y que es poco conocida
debido a que se publicó a través de una editorial independiente del Estado de
México, reconstruye las últimas horas de los estudiantes hasta su desaparición
y los sitios a donde posiblemente fueron ultimados.
En “Los Infiltrados, el secreto de Ayotzinapa”, el fugaz exintegrante de la CoVAJ ubica a
militares trasladando y entregando a grupos de estudiantes a los sicarios de
Guerreros Unidos, esto mediante las declaraciones de sicarios y policías, algunos de los cuales
posteriormente quedaron en libertad. Algunos de los testimonios que recogió para
su libro son exclusivos.
Así, al igual que otros periodistas que contribuyeron con
sus investigaciones a conocer la magnitud de ese crimen de “lesa humanidad”
–como Anabel Hernández o periodistas de Reforma, Proceso y la Jornada-,
Alvarado ubica a “los verdes” cazando
normalistas la noche del 26 de septiembre del 2014 en diversos puntos de Iguala
y en una actuación coordinada con
sicarios, policías municipales y federales, para la posterior desaparición de
los estudiantes.
Las diversas pistas que logró rastrear Alvarado son por otra
parte coincidentes con los informes oficiales que presentó la CoVAJ en 2020 y
particularmente la del 2022, ya que les entregó sus hallazgos, pero su libro se
publicó al menos un año antes del último reporte de Alejandro Encinas –de
septiembre del 2022-, cuando declaró el caso Ayotzinapa como “un crimen de
Estado”.
Dicho informe revela en sus páginas 56, 69, 74, 76, 79, 91 y
105 testimonios de sicarios que identifican a soldados en diversas escenas
violentas en la persecución, captura y asesinato
de estudiantes. (1)
Por eso el autor de “Los Infiltrados, el secreto de
Ayotzinapa” no esconde su indignación ante los afanes del presidente López
Obrador durante los últimos dos años
para desacreditar fuentes, periodistas, investigaciones independientes y hasta a
sus colaboradores, para “convencernos” de que el Ejercito Mexicano es inocente…
-Debería ahorrárselo- dice irónico. Todos sabemos que fue el
ejército, señala Alvarado en medio de la conmoción nacional con la que llegó el
décimo aniversario de la desaparición de
los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la nueva capa de impunidad que deja
López Obrador sobre el caso, pero en este caso, para blindar a fuerzas armadas.
“Tenía realmente la esperanza de que un día se hiciera
justicia, por eso todo lo que investigaba se los pasaba –a la CoVAJ-”, sostiene
Miguel Ángel Alvarado al considerar que los narcos en México podrían ya estar actuando como un “brazo
paramilitar” junto al E
jército, pero a la vez advierte que “la protección del
Estado a las fuerzas armadas en el gobierno de López Obrador, lo convierte en
un cómplice”.
-¿Crees que realmente López Obrador no pudo resolver el caso o la
realidad es que no quiso?, le preguntamos a quien también es director general
del portal Viceversa, uno de los escasos medios críticos que existen en la
capital del Estado de México.
-Por supuesto que resolvieron el caso. Ese caso ya está
resuelto; el tema es la judicialización de los expedientes, ya que eso
implicaría detener altos mandos militares y políticos lo cual no va a hacer.
Y no lo va a hacer, advierte, “porque López Obrador le debe
todo al Ejército, pero no es que le hayan dicho que si no se alineaba con la
milicia podría darse un golpe de Estado… es que en realidad hizo una alianza
con el Ejército, hizo un pacto”, sostiene.
También asegura que el caso Ayotzinapa y su irresolución en
este sexenio, muestra un claro retroceso en materia de justicia y Derechos
Humanos, hasta un punto que nos coloca en la década de los 70´s.
-¿Crees que admitir que el Ejército estuvo involucrado en la
desaparición de estudiantes sería como admitir que México es un narcoestado?
-, Si, totalmente, pero además de eso queda claro que México
es un “Estado fallido”, totalmente, pero también recuerda que López Obrador
evito ir contra Enrique Peña Nieto,
Salvador Cienfuegos –a quien rescató de ser procesado en Estados Unidos por
narcotráfico-, y otros altos mandos del Ejército y del gobierno de su
antecesor, como por ejemplo Miguel Angel Osorio Chong.
Alvarado recuerda que la noche de Iguala se montó un
“monstruoso operativo” contra los estudiantes en el que habrían participado
unas mil 500 personas, entre sicarios de varias células pertenecientes a Guerreros
Unidos, policías de seis municipios, un batallón del Ejército, agentes de
protección civil, policías estatales, policías federales y hasta bomberos…
Fue tan enorme que
esa noche no solo desaparecieron 43 estudiantes, sino que asesinaron a otros
tres y uno se mantenía en estado vegetativo. En total 47 estudiantes de la
Rural de Ayotzinapa tuvieron un destino fatal el 26 y 27 de septiembre del
2014, pero a la fecha todo sigue impune.
Asegura también tras la masacre, se instrumentó un segundo
operativo para controlar los escenarios, los testigos y las evidencias de la
masacre de Iguala, un dispositivo que se mantiene hasta nuestros días para
asegurar el ocultamiento o desaparición de cualquier prueba disponible sobre
los implicados.
“Hay registrados entre
26 y 36 muertos colaterales y más de mil ejecutados desde entonces”, asegura el
periodista y considera que amigos, familiares y gente cercana tanto de las víctimas
como de los victimarios, han sido acallados, amenazados, asesinados o muchos
han huido.
También a partir de de testimonios desconocidos hasta el
2021, reconstruye escenas de la violenta detención por grupos; la forma en que
los estudiantes fueron levantados por policías o militares, y luego entregados
a jefes de sicarios, quienes luego de transportarlos bajo torturas los
asesinaron –algunos a tiros en la cabeza y otros a golpes-, luego desmembrados y algunos lanzados a
trituradoras –presumiblemente- y otros calcinados, hasta hacerlos polvo.
En su libro publicado incluso antes que los informes
concluyentes de Encinas, el periodista recoge otros hallazgos de investigadores como Temóris Grecko y Anabel
Hernández –fustigada por López Obrador- para interrelacionar los datos junto con otros provenientes de medios como
La Jornada, Proceso y Reforma entre 2014 y 2021, a fin de exponer con detalle
la responsabilidad –y no solo por omisión como ha pretendido el presidente- de
los militares esa noche.
El propio Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), en su último informe del
2023, concluyó que el Ejército Mexicano “participó activamente en la
desaparición de los Normalistas”. El informe puede ser consultado en el
siguiente link: https://drive.google.com/file/d/1_mRYLO9soOW5RoV8dLP2y1CkjlP8PIH1/view
A su vez el informe de la CoVAJ del 2023 refiere
puntualmente la responsabilidad del Ejército Mexicano en la desaparición de
estudiantes, a partir de declaraciones ministeriales. En total logró
identificar a 39 elementos del Ejército
actuando esa noche.
El revelador y contundente informe de Encinas presentado el
27 de septiembre del 2023, muestra declaraciones de sicarios que participaron
en la masacre, testimoniando la presencia de elementos de Ejército. Como se
muestra en la siguiente captura de pantalla tomada del informe:
Por otra parte en el libro la “La Guerra que nos Ocultan”, del que Alvarado
es coautor junto con Francisco Cruz y
Felix Santana Ángeles –quien era el secretario técnico de la COVAJ-, indagó sobre el asesinato del normalista Julio César
Mondragón Fontes, un militar-estudiante infiltrado en la Normal, asesinado y desollado
esa noche.
La sábana de registros del celular de Mondragón Fontes, revelaron actividad del aparato “después de su
asesinato y que hubo mensajes que se intercambiaron desde su equipo con
personas ubicadas en el Campo Militar Uno”, menciona Alvarado. Un dato replicado en diversos medios a partir
de datos oficiales incluidos también en el informe referido de la comisión de
la verdad. (3)
Por otro lado hay que referir que López Obrador comenzó a
descarrilar la investigación del caso Ayotzinapa hacia el segundo semestre del
2022. El 7 de septiembre de ese año la Fiscalía General de la República (FGR)
solicitó cancelar 21 de 83 órdenes de aprehensión solicitadas en agosto del
2022, de las cuales 16 eran contra militares.
Ese movimiento motivó la renuncia de Omar Gómez Trejo,
fiscal especial del caso Ayotzinapa, quien además fue denostado en una
conferencia matutina por el presidente; en tanto que Alejandro Encinas presentó
el 27 de septiembre del 2023 su 2o Informe como titular de la CoVAJ declarando el caso
Ayotzinapa como un “crimen de Estado” con la participación del Ejército.
También admitió estar bajo amenazas, aunque dijo que no se
detendría. (4)
El 28 de julio del 2023 el presidente también declaró que
había “una campaña en contra del gobierno de México… es una campaña para debilitar las fuerzas
armadas” dijo, y ya no paró, pues continuó desacreditando abiertamente los
trabajos del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI),
abogados de los padres de Ayotzinapa,
organizaciones defensoras de Derechos Humanos y llamó a los padres de
los estudiantes “provocadores” el 6 de marzo pasado.
Más recientemente presentó dos informes elaborados por él
mismo o su oficina, los cuales fueron entregados a los padres de Ayotzinapa,
reiterando la exoneración total de las fuerzas armadas, pero sin dar una sola prueba.
El último de estos informes lo presentó el 25 de septiembre
en su conferencia matutina. En el minuto 1:38:12 de su exposición asegura: “Es importante aclarar que aún y
cuando no existe ninguna prueba de que el Ejército haya participado en la desaparición
de los jóvenes… si se encuentra hacia adelante que sí participaron con pruebas
desde luego que se tiene que aceptar, castigar a los soldados a los bandos y no permitir, no tolerar impunidad”: https://www.youtube.com/live/jv08jkwLY38?si=d4a1Q9Ol60GRTp9l
No obstante los afanes presidenciales por desvincular a las
fuerzas armadas en la desaparición de
los 43 estudiantes y todo el megaoperativo que se desató en la llamada “noche
de Iguala”, la realidad es que López Obrador “pactó con el Ejército para sacar
adelante su gobierno, AMLO les debe mucho”, asegura el periodista Miguel Ángel
Alvarado.
EL FINAL
Durante la Noche de Iguala, a pesar de la represión del
Estado, las intercomunicaciones fueron intensas. Al respecto Alvarado refiere –tal y como detalla también ampliamente en su
libro-, QUE los estudiantes lograron enviar mensajes y videos a familiares,
compañeros y amigos pidiendo ayuda, mientras estaban en tránsito o desde los
lugares donde estuvieron secuestrados esperando su destino.
Asegura que muchas personas guardaron estos materiales y los
mantuvieron en secreto debido al miedo y las persecuciones que se desataron
contra testigos.
Pese a ello y como parte de su investigación, tuvo acceso a
algunos de estos materiales en los que se captan fugazmente torturas, gritos y
sitios coincidentes con bodegas y casas de seguridad descritas o referidas en
los propios informes oficiales y otras investigaciones periodísticas.
De esta forma tuvo acceso a uno de estos materiales y logró
hablar con un testigo que le reveló los
resultados de una “comisión de búsqueda” integrada por dos estudiantes de
Ayotzinapa, que se lanzaron en solitario y de forma discreta a una campaña para
localizar a sus compañeros a solo una semana de su desaparición.
Los resultados de
esta búsqueda primaria no se conocen de forma oficial –aunque el autor sugiere
que las autoridades lo saben-.
Relata que los estudiantes lograron contactar al jefe de la
plaza de Chilpancingo identificado “el Güero” responsable de desaparecer uno de
los grupos.
Alvarado reconstruye este encuentro en “Los Infiltrados” con
toda la crudeza y el horror de las ejecuciones, ya que este prqueño grupo de estudiantes habrían sido últimados con tiros
directos en la cabeza o a golpes, luego desmembrados para facilitar y acelerar
la posterior incineración de algunos de ellos, además de que sus restos fueron
lanzados a trituradoras “solicitadas a los campesinos durante la madrugada”.
A las trituradoras lanzaron “manos y pies”, además de que
todos habrían sido decapitados. La “masa” que se obtuvo de ello, se colocó en
bolsas y se llevó una parte al río “para que nunca los encontraran” les dijo el
capo a los estudiantes que volverían a la Normal para narrar esto. (5)
El periodista de investigación logró entrevistar a otra de
estas personas que recibieron videos.
En uno de estos se da cuenta de otra casa de seguridad,
aparentemente la que se cita –en los informes oficiales- en la comunidad de
Mezcala, además de hacer referencia, también en base a testimonios no
conocidos, de otros sitios finales de la
desaparición, entre los cuales está el pueblo de Carrizalillo y la Mina de Los
Filos, lugares que de inmediato –tras conocerse sus existencia, cita en su
texto- “se llenaron de retenes algunos militares y otros de civiles armados que
impedían el paso” (6).
En septiembre del 2022, Alejandro Encinas reveló que en la
Noche de Iguala incluso “se cambiaron los patrones de la desaparición en México”
y se descubrió que los restos de los estudiantes, fueron movidos de lugar, lo
que sería coincidente con la docena de sitios que las investigaciones
periodísticas posteriores fueron agregando a la lista de lugares que han sido
referenciados por testigos y criminales.
Durante la entrevista
Alvarado sostuvo que más recientemente se levantaron otras versiones en torno a más lugares a
donde habrían ido a parar los restos de los estudiantes, incluyendo comunidades
limítrofes entre el sur Estado de México (controlada por el intocable grupo de
la Familia Michoacana) y Guerrero, en la
llamada “tierra caliente”.
Por otro lado reconoce que tiene miedo como muchos
periodistas que investigaron el caso Ayotzinapa, pero aparte del miedo –dice- está la
indignación y la tristeza por México “porque este gobierno repitió los mismos
esquemas de corrupción del prianismo” y aunque hecho mano del recurso discursivo
del “pueblo”, en los hechos e comportó
“como un presidente tecnócrata más”, remata.
Volviendo al principio. Miguel Alvarado reconoce que la
orden que se dio a la CóVAJ para “no tocar a los militares” en el caso
Ayotzinapa, la cumplió a cabalidad pero
el propio López Obrador.
(2)
https://www.youtube.com/watch?v=iVLA_CbScq0 (minuto 34)
(3)
https://corrientealterna.unam.mx/reportaje/julio-cesar-mondragon/
(4)
https://www.youtube.com/live/aLOSc68ITw8
(5)
Miguel Ángel Alvarado, El Secreto de Ayotzinapa.
México VC Ediciones, 2021 (pag. 322).
(6)
Idem Pag. 274.
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